"A este cortijo llegó un día el viejo MAURA. El dueño de la finca se jactaba de tener las mejores instalaciones del país. Aquí duermen los puercos, aqui las puercas – decía el terrateniente -. Todo estaba limpio, claro, reluciente. Y llegaron a una cuadra inmunda, alfombrada de paja y sacos viejos. ¿Qué es esto? – preguntó Don Antonio MAURA -. Este es el lugar donde duermen los gañanes – le respondió el dueño de la finca -. Y entonces MAURA le avisó, a modo de consejo: Pues… procure usted que no despierten”.
(Alfonso R. CASTELAO, en su obra Siempre Galicia escrita desde su destierro en Badajoz, el año 1.935 )
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