Eso les diferencia de otros países como Irlanda, Italia, Portugal, Grecia y nosotros mismos. Y, seguro, que por esas diferencias ocurre que los que premiamos y protegemos a los banqueros y demás cargos públicos corruptos (leáse monarquía y ciertos políticos) vamos con la economía y los servicios públicos en un picado al que somos incapaces de ver el final. Mientras que Islandia, que se negó -por dos veces en referendum- a dar fondos públicos para tapar las vergüenzas de la banca privada, está superando la crisis a una velocidad sorprendente.
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